Saturday, October 27, 2007

Mucho más que chauvinismo

(El Acople - septiembre de 2007)

Por Ivanna Grone Makiuchi
ivanna@elacople.com

Rosario es y será cuna del rock. Pero una suerte de ecléctica y heterogénea trova está surgiendo. Mejor dicho, ya surgió. Los lanzamientos de los últimos discos de DEGRADÉ, EL REGRESO DEL COELACANTO y LOS SUCESORES DE LA BESTIA son la excusa perfecta para ahondar en un abanico musical que hace honor a su estirpe rockera.

El 2001 fue un año de quiebre, el momento justo de crisis para el surgimiento de algo nuevo o ya existente pero tapado. El quiebre que significó poco o nada a nivel político y social, si modificó la escena del rock, pero con atisbos de novedad. Las escenas locales de las provincias se nutrieron con sus propios artistas. Y Rosario no fue la excepción. “Hubo algo saludable como la revitalización de los localismos, sin ser chauvinista”, dice ANDRÉS ABROMOWSKI, cantante de EL REGRESO DEL COELACANTO. La banda editó este año el disco “Bailen giles”, donde una amplia gama de ritmos se extienden entre letras cargadas de acidez sobre la realidad argentina y las cuestiones personales. “A veces la ironía es un buen vehículo para descargar la bronca, a veces no lleva a ningún lado”, explica la voz líder del grupo que contó con la producción de PABLO ROMERO (ARBOL).

En las letras de “Bailen giles”, como el manipuleo político de las protestas públicas en “Vamos a la marcha” o las vicisitudes de la prostitución de los travestis en “Chicos”, remiten a los recuerdos de aquella lejana corrosión primaria de la banda de Haedo. “Si tuviera que citarlos como influencia –plantea ANDRÉS- creo que pasa más por lo musical, sobre todo en la forma de laburar entre la base rítmica, los instrumentos melódicos y las voces”.

Entonces, ¿cuales son las principales influencias de COELACANTO? “En cuanto a las letras, tengo un par de modelos que siempre me marcaron: el primero es PALO PANDOLFO, por el uso del lenguaje, y siempre me cautivó la sencillez de CHARLY GARCÍA para ser universal”, menciona el cantante. Y agrega: ”Al guitarrista, FEDERICO “HUEVO” ALABERN, por su parte, le gusta ANDRÉS CALAMARO”.

Para DANIEL PEREZ, voz de LOS SUCESORES DE LA BESTIA, 2001 fue un año de cambios. “Más allá de que no hay un estilo definido, un sonido "rosario" digamos, desde la crisis, la escena ha crecido. Ese cambio se dio en lo que se refiere a la grabación, la venta de discos, la profesionalización de las bandas y los shows, la producción de videoclips y sobre todo, el afianzamiento de poder hacer la música que queremos”. SUCESORES editó recientemente, mediante el sello de la Municipalidad de Rosario (EMR), “Promesas, mentiras y café”, un cd con versiones acústicas de sus tres discos anteriores de fuerte perfil rock rozando el nü metal, más algunos bonus. “Este trabajo fue una placa que surgió como decantación de una serie de shows que dimos con ese formato acústico, para llamarle de alguna forma, desde el 2005 en adelante, cuenta PEREZ.

“Las canciones, melodías y acordes son las mismas; sólo las encaramos de otra forma, mas virada al soul y al funk, siempre afrontando el desafío de bajar el volumen y hacer música negra en castellano”. ¿Qué diferencia a la escena rosarina, con aproximadamente 1500 bandas, de la porteña? Para PEREZ, la diferencia radica que esté “quizás más libre de la envidia y la farandulización que atraviesa a gran parte de la escena de Buenos Aires, lamentablemente”. Pero carece de una estructura comercial que sustente la estructura del rock rosarino, según el cantante de SUCESORES.

Para NAHUEL MARQUET, cantante de DEGRADÉ, “que la cosa esté centralizada en Capital Federal responde mucho más a cuestiones de comodidad de los medio más importantes, de no salir a buscar más allá de la General Paz, que a una cuestión de valor artístico”. La banda también lanzó recientemente un nuevo disco, “La Hora Azul”, tercer trabajo donde la densidad de las guitarras convive con la luminosidad de los teclados. ¿Qué significa el título? Según el cantante, entre los descansos de la grabación al atardecer, observaban ese momento de mezcla y fusión “en la que se funde algo que empieza con algo que termina: día y noche a la vez”.

En octubre DEGRADÉ pisará tablas porteñas para presentar su disco. Más allá de la importancia de La Plata y Buenos Aires en el rock, MARQUET recalca “la escena rosarina siempre aportó lo suyo para sostener, ni hablar de que alguien de Rosario lo creó, al rock argentino”. Pero esto no resulta confuso de ver, ni siquiera en ese momento de cielo color “azul francia”, descripto por el cantante.

En una frase, según sus cantantes DEGRADÉ es “aquello que nos hace felices”. EL REGRESO DEL COELACANTO es “una banda de niños con problemas que se resisten a crecer mientras acechan las deudas, los hijos nos superan y el escenario se va convirtiendo en el único lugar por el que vale la pena despejar todos los bultos que aparecen en el camino”. LOS SUCESORES DE LA BESTIA es “un sueño que construimos todos los días a base de funk, canciones, juego y alegría”. Y usted, ¿Qué concepto y definición elige? Sólo cruce límites, políticos y musicales, para dar su respuesta. Y sin localismos de por medio.

Redacción de El Acople

Siga el Baile

RosarioRock.com - mayo de 2007



Por Lucía Rodríguez / RosarioRock.com

Willie Dixon El cuerpo no miente. El cuerpo y sus movimientos terminan de decir aquello que el lenguaje no alcanza a nombrar y deja a la luz el efecto que causan en nosotros todas esas cosas que nos superan: el amor, la impotencia, la sorpresa, la música.

El sábado 19 de Mayo, El Regreso del Coelacanto presentó su disco Bailen Giles, editado cinco años más tarde que su trabajo anterior, Esperando que caiga la pelota. Era una noche colmada de expectativas. Horas antes del recital, había leído una entrevista al Polaco y el enterarme de todo el esfuerzo que le llevó a la banda la edición del disco y notar, a través de su historia, las ganas de aprender, la falta de prejuicio a la hora de abrazar estilos y combinarlos sin escrúpulos -además de los ejes temáticos que abarcan (divertir y hacer pensar)- lograron evocar una predisposición particular en mí.

Lamentablemente, parte de aquellas expectativas que me acompañaron en la puerta de Suipacha y Güemes a las 22 horas, se cansaron de esperar y no aguantaron hasta las 2 de la mañana, horario en que el grupo decidió comenzar el recital. No conozco las razones ni los responsables de esto, pero creo que no es algo menor y que deberíamos analizar cada uno desde nuestro lugar si es que está bien que así ocurra. Igual, prosigamos con lo nuestro.

El Regreso del Coelacanto arrancó el recital con "Vamos a la marcha". Al principio el lugar no estaba repleto y la gente, en una primerísima impresión, pareció inmune al comienzo del concierto. Las primeras palabras al público agradecían y prometían compensar la espera. Y el Coelacanto cumple. El sonido fue muy bueno; se podía distinguir cada instrumento como integrante de la totalidad de la banda, lo cual es un índice de buena salud en cuanto a lo musical.

"Vivimos en un mundo donde las cosas son muy raras", declaró Abramowski tres temas más tarde; comentario que sirvió de introducción a "Big Ben", la canción que cuenta la triste historia del atleta Ben Johnson, quien pasó del éxito mundial al fracaso rotundo, luego de un dopaje que resultó positivo. Al ratito, llegó uno de los invitados: Dani Pérez; cantante de Los Sucesores de la Bestia, subió a acompañar a los músicos en "Mi lado claro".

Recién en este tema el ritmo coelacantense se apropió de los cuerpos del público, y no los iba a soltar hasta el final del show. Un cover de Los Lobos, "Anselma", trajo a todo México a Rosario. "Mi lombriz", uno de los mejores temas del disco, hizo que la gente arme un trencito y baile con más ganas que nunca. Y entre comentarios graciosísimos y canciones más que entretenidas, ERDC construyó un mundo en el que la música celta, el punk, la polka, el ska y el reggae, hablan el mismo idioma, y del que nada ni nadie queda excluido; y sin querer, o a propósito, retrató con humor a este país que incluye muchos países: con la oficina divertida, los cacerolazos, el Mundial 78, los olvidos y otras yerbas. Luego de un montón de temas, nuevos y otros no tanto, y del acompañamiento de otro invitado especial -el saxofonista Rubén "Chivo" González-, la banda se retiró... pero no del todo.

Una pantalla reveló las intimidades de detrás de escena de los integrantes en situaciones muy divertidas, hasta que "Teto" convenció a todos de volver al escenario. Y la fiesta continuó. Durante todo el recital, el público no hizo más que expresar corporalmente lo que la música del Coelacanto provoca en ellos: todo aquello que las palabras no alcanzan a nombrar y que el cuerpo hace posible de comunicar. Una cosa es cierta. El Coelacanto te hace bailar. Si el Coelacanto te hace bailar, producís endorfinas, y si producís endorfinas, todo dolor se alivia. Gracias Coelacanto por llevarte, aunque sea por un rato, todo dolor. Y que siga el baile…

Mirá acá las fotos de Gustavo Villordo para Rosariorock.com

La fiebre de la Bestia y el Coelacanto

Diario La Capital de Rosario - mayo 2007

Por José Luis Cavazza / Escenario

Editar un álbum en Rosario siempre es una noticia que sorprende. Pasa más o menos lo mismo cuando se publica un libro. El lanzamiento de dos discos en la misma semana ya es una sorpresa doble y si encima esos trabajos tienen la calidad de edición y el plus creativo con que cuentan los CDs de El Regreso del Coelacanto y Los Sucesores de la Bestia, la cuestión se vuelve casi milagrosa. Son discos muy distintos.

"Bailen giles" de El Regreso es una especie de fiesta de colectividades. Ritmos folclóricos con pulso rockero, de cuerdas acústicas y violas saturadas, de un puñado de canciones, de acordeones a lo "pizza, birra, faso" y también de "tiempos de gitano". Fiesteros y, al mismo tiempo, líricamente tragicómicos. Seguramente habrá algún precio que pagar por tanto eclecticismo. Ellos sabrán. Pero a quién le importa ese sentido mestizo cuando la música brilla febril y sincera.

"Promesas, mentiras y café" se parece a un disco grabado en un sauna por un grupo de músicos negros. Exuda sensualidad y altas temperaturas corporales. Esos bajos marcados a fuego y esas estocadas de guitarra que entran y salen sensibles y casi fútiles. Como pasa con los discos de Fun Lovin' Criminals dan ganas de escucharlo en un atardecer de sol rojo cayendo sobre el mar, con un martini entre los dedos y una piel sedosa bajo la otra mano.

¿Algo puede unir estos dos discos? Sí, la música de Los Lobos, porque la banda californiana son muchas bandas al mismo tiempo. La latina y fiestera, y el funk profundo y denso. El disco de El Regreso tiene que ver con ese lado festivo e híbrido de Los Lobos, y el CD de Los Sucesores, con esa modorra negra y funky. Otro hilo que los atraviesa es la fiebre. Diferentes estados febriles. Uno, fiebre de tanto saltar, putear en voz alta o danzar alrededor de una quema; el otro, fiebre de siesta aletargada, de 40 grados a la sombra y 90 de humedad; de pieles goteando agua y sexo. Creo que de esto se trata el Coelacanto y la Bestia.

(Gracias José)

"El nombre del disco es agresivamente naif"

Info341 periodismo independiente (Rosario) - jueves 17 de mayo

Por Silvana Depetris / Info341

El sábado 19 a las 22 en Willie Dixon El Regreso del Coelacanto presenta su nuevo disco “Bailen Giles”. Promete ser un recital con toda la música y la energía de esta banda que transforman cada show en una verdadera fiesta. Después de tanto tiempo, la espera terminó. El Regreso del Coelancanto acaba de lanzar su nueva producción discográfica “Bailen Giles”, que es el resultado de un proceso iniciado una noche de invierno de 2004 cuando Pablo Romero (cantante de árbol) hizo una propuesta inesperada antes de compartir un show entre el Coela y Arbol. Casi 3 años después el disco ya está terminado.

Andrés Abramowski, uno de los cantantes de la banda, aseguró que el disco responde a las expectativas de la banda.
- ¿Cómo eligieron el nombre del disco?
En principio yo me oponía a que el disco se llame igual que un tema, pero eso no es importante. En realidad teníamos como cien nombres para discutir y como a lo largo de todo el proceso las diferencias entre nosotros fueron zanjadas por Pablo, un día él preguntó cómo se va a llamar el disco y alguno le dijo “Bailen Giles”. Me gusta dijo, y ahí quedo. Después nos pareció bueno, aunque en realidad no se entiende muy bien que queremos decir.

- ¿O a quién se lo quieren decir?
Creo que giles somos todos y el que crea que no, es más gil todavía. Pero no es algo que este direccionado, creo que es agresivamente naif, es simpático.

- En esta placa lograron un sonido más prolijo, ¿fue algo que buscaban o fue el devenir y la evolución de la banda?
Tiene que ver con las dos cosas, con el tiempo nos fuimos dando cuenta que nuestra música tenía mucha riqueza y que necesitaba un poco más de prolijidad para que todo eso fuera apreciado, entonces empezamos a laburar mucho más los coros, los arreglos, sobre todo desde la sensatez, porque somos tres que cantamos y tratamos de ubicarnos donde mejor le queda la voz a cada uno y no piantarnos mucho de ahí. Además, estamos más grandes y aprendimos que a callarse cunado es necesario, a veces callarse es el mejor arreglo que uno puede hacer.

- De todas maneras conservan el estilo del Coelacanto
Sí, eso está dado por cuestiones de impronta o de sonoridad, porque si bien los temas son muy distintos entre sí, tímbricamente son mucho más homogéneos y eso creo que es lo que le da la personalidad al grupo.

- Puede que las letras apunten a una protesta un poco más directa
Sí, pero en realidad no son canciones de protesta en el sentido tradicional de protestar contra quienes están encaramados en el poder, sino que si son más bien canciones de autocrítica, no porque las canciones hablen de mí, sino porque hablan de la sociedad a la que yo pertenezco, de alguna manera a la clase media pacata a la que pertenecemos casi toda la gente del rock. Me parece que esas canciones son un intento de por lo menos marcar la cancha de nuevo y dejar de llorar y quejarse porque los políticos o las autoridades que tenemos siguen haciendo aquello que nosotros mismos le permitimos con nuestras acciones y omisiones. Además, en los últimos años hubo algunos acontecimientos políticos que a mi no me gustó como reaccionamos como pueblo, y sin embargo, aunque las canciones ya tienen unos años conservan vigencia porque sigue todo igual.

- ¿Les molesta que se los compare con Árbol?
Si nos compararan con Ricky Marketing me molestaría muchísimo, pero no me puede molestar que me comparen con Árbol. De todas maneras hay muchas similitudes que son previas a que nosotros los conociéramos, porque el violín nosotros lo usamos desde antes que Árbol existiera, y después el hecho de trabajar con Pablo Romero que fue nuestro productor, es lógico que esté su marca musical.

Bailen giles, que suena el nuevo disco del Coelacanto

Rosario/12 - sábado 19 de mayo

El grupo presenta esta noche su tercer álbum, que mantiene la diversidad genérica propia de la banda. "Uno hace canciones para que gusten a la mayor cantidad de gente", dijo Abramowski.

Por Edgardo Pérez Castillo / Rosario/12

Aunque son siete los años que separan a Bailen giles de su predecesor (Esperando que caiga la pelota), no es tan amplia la distancia entre los discos de El Regreso del Coelacanto. Al menos, el espíritu de la banda se sostiene en su flamante obra --que tendrá su presentación oficial hoy a las 22, en Willie Dixon--, aunque se hace presente aquí con una estética pulida, producto de un proceso de trabajo intenso llevado a cabo por el grupo tanto a nivel interno como en su asociación con Pablo Romero, cantante de Arbol que asumió el rol de productor de la placa.

Seleccionadas entre las más de treinta canciones que sobrevivieron a una primer selección, las doce obras que componen Bailen giles están atravesadas por el código genético de ErdC. Porque después de casi dos años dedicados a composición, arreglos, intercambios banda-productor, selección y reelaboración, este tercer disco mantiene la diversidad genérica propia del grupo.

Compuestas por Andrés Abramowski, Federico Alabern y Maximiliano Natalutti en ellas conviven el disconformismo de "Vamos a la marcha" (donde el reclamo no se agota en sus disparos hacia el poder, sino a la masa misma a través del certero "y por qué va a haber justicia para vos/ si en verdad la justicia no es ciega/ ciego es el otario que la pide como vos/ una vez que lo alcanzó la mierda", todo respaldado por un sonido oscuro y furioso), el ska tradicional de "El lado claro" o el más cercano de la crítica "Tres tiros", junto con la balcánica "Paseando el perro", el punk directo de "Oficina divertida" y los aires celtas de "Nolvides" o "Chicos".

La mirada abarcativa del grupo se descubre aquí homogeneizada, hecho que Abramowski atribuye a la instrumentación seleccionada para abordar las obras, según distinguió el cantante a Rosario/12: "Creo que eso tiene que ver con el sonido. Porque los temas son muy distintos, pero en casi todos tienen la misma orquestación. Creo que la homogeneidad, que es recontra marcada porque este es el disco más homogéneo, pasa por saber dónde trabajar la diversidad y dónde trabajar la homogeneidad. Y las canciones las fue eligiendo Pablo en función de hacer un disco que no se repita. En un momento dijo que había tres o cuatro temas que pueden sonar en la radio lo más bien y más allá de lo que pase después, el disco tiene que tener cortes de difusión. Al final salieron temas que tienen esa potencialidad de cortes, que a la banda le vienen bien, porque uno hace las canciones para que gusten a la mayor cantidad de gente posible".

Sin embargo, la presencia de un posible standard radial no significó un apartamiento del camino transitado hasta el momento por ErdC, aunque sí cierto encarrilamiento producto de la participación de Romero. "A nosotros en realidad trabajar con Pablo nos hizo cambiar el punto de vista acerca de las canciones. No trabajábamos las canciones pensando en sus unidades básicas, letra y música, sino que pensábamos que si la letra estaba buena ya estaba. Sin embargo cuando uno trabaja pensando en la canción, la letra además de estar buena tiene que entenderse, y para que se entienda a veces hay un montón de aspectos a ver. Eso lo veníamos viendo, porque teníamos letras `maravillosas` pero a la hora de cantarlas no podíamos porque eran un trabalenguas, entonces uno con el tiempo fue escribiendo para que se pudieran cantar. El paso siguiente fue no tocar demasiado arriba de las partes cantadas, administrar los arreglos, la entrada y salida de los instrumentos melódicos, todas cosas que nosotros por ahí no hacíamos porque estábamos enfocando desde otro lado, buscando sorpresa a través de cambios de ritmos, de cambios de géneros en la misma canción. A la forma de ver de Pablo en muchos casos ese tipo de rupturas atentaban contra la canción. Pero él no nos dijo que hiciéramos canciones, sino que era algo implícito. Un día, al pasar, dijo que lo importante eran las canciones, y yo dije: `Puta, nosotros nunca pensamos en que lo importante son las canciones`. A veces uno complicaba las cosas como forma de tomar una atajo. Porque ser sencillo es más difícil, me parece".

Pero no es una simplificación burda la de la banda, sino más bien una redistribución de recursos que dejó satisfechos a sus creadores, según concluyó Abramowski: "Finalmente el disco quedó lo suficientemente raro como para que nosotros sigamos pensando que por ahí no tenemos que hacer demasiado esfuerzo en ser originales, o en tratar de trabajar una veta que esté tan explotada. Y que, en realidad, si uno enfoca en las canciones y tiene otro modo de ser original, uno puede comunicar mejor lo que quiere decir, sin tanta interferencia de nuestra parte".

Fuente: Rosario/12

"Es más fácil mejorar si aceptás que sos un gil”

Diario El Ciudadano y la Región (Rosario) - Sábado 19 de mayo 2007

El Polaco Abramowski, de
El regreso del Coelacanto,
habla del último trabajo de la banda.

Por Diego Giordano / El Ciudadano

El Regreso del Coelacanto presenta esta noche Bailen giles, su nuevo disco de estudio, el tercero en su discografía. La cita es en Willie Dixon (Suipacha y Güemes), a partir de las 22. Los cinco años que la banda tardó en grabar esta placa no es lo único que la separa de Esperando que caiga la pelota, su antecesora: el Polaco Abramovski y sus muchachos parecen haber aprendido todas las lecciones juntas y lo que antes era una banda de propuesta heterogénea, canciones divertidas y una actitud –por lo menos en apariencia– despreocupada con respecto a los resultados, hoy es un septeto profesional, una pequeña orquesta que suena ajustada y radiable, y que ahora, encima, pela buenos arreglos vocales.

La producción artística de Pablo Romero (cantante de Árbol) tuvo mucho que ver en esta transformación pero el proceso de maduración de la banda del Polaco empezó mucho antes, quizás al final de algún show flojo, cuando –por dar un ejemplo futbolero– el técnico les dijo a los jugadores en el vestuario que en el fútbol hay que darle la pelota a un compañero y no a un contrario. Ahora la banda suena más cómoda que nunca, alternando el punk con el ska y la cumbia, y descubriendo –y dejando en paz– su costado más cancionero, como en “Nena”.

Lo explica mejor el Polaco: “Sutiles, menos redundantes, sin sobrecargar nuestra intención de ser originales, y dejando librado a lo que somos la música que hacemos. Ergo, con menos miedo”. —¿Tienen invitados para el show de esta noche? —Van a estar algunos de los músicos que tocaron en el disco. Tenemos confirmado al Chivo González para que haga el solo de saxo soprano en “Casita” y también para una nueva versión de “El lado oscuro”, que venimos haciendo desde hace unos años, tirando a lo acústico, muy oscura. Vamos a ver cómo sale. Y también Dani Pérez, de Los Sucesores de la Bestia, que hizo el dub en “El lado claro” y también va a tocar en “El sueño del utilero”, que ya lo hizo con nosotros y lo versionó con Los Sucesores. Todavía no confirmamos a Carlos Seminara en percusión, que cada tanto se pone la camiseta Coela que siempre tenemos en cuenta para él.

—Pasaron cinco años entre el nuevo disco y el anterior. ¿Fue un paréntesis deliberado o esos fueron los tiempos del proceso de composición y grabación del disco?
—Se dio así. Nadie quiere estar cinco años sin sacar un disco y yo, personalmente, batallé un tiempo para que hiciéramos un acústico o un EP, pero también atravesamos dos cambios de bajista y en algún momento nos comió alguno de esos baches típicos de una banda como la nuestra, que lleva 16 años soplando para adelante sin tener muy claro adónde es adelante. Hasta que arrancamos y nos topamos con un proceso mucho más largo de lo que preveíamos. La propuesta de incluir a Pablo Romero como productor data de cuando Árbol venía a intercambiar fechas con nosotros, antes de que sacara Guau y se le colmara la agenda. La distancia entre Rosario y Buenos Aires fue otro tema, sumado al poco tiempo. La composición de los temas fue un juego de tire y afloje por correspondencia, con reuniones ultrarrápidas en Rosario o Buenos Aires, y después tire y afloje entre nosotros para ver quién había interpretado lo que “Pablito había querido decir” en función de lo que cada uno quería.

—Una diferencia entre el nuevo disco y su antecesor está en la duración de los temas, es evidente que usaron mucho la tijera. ¿Cómo fue ese trabajo de poda compositiva?
—Fue otro tema que también discutimos entre nosotros, porque con Pablo nunca discutimos. Él tiene una forma muy convincente para trabajar, aun cuando no entendíamos las ideas o no nos gustaban, siempre seguía con crédito. Aprendimos, y no fue fácil, a trabajar una forma de síntesis que, buena o no, fue muy productiva para la banda. Y a eso se sumaron algunas nociones que siempre nos llevó tiempo asimilar pero a las que conocíamos: “En música lo que no suma resta”, repetía Huevo (Alabern, guitarra y voz en el Coelacanto) tratando de orientar la música hacia ahí, pero yo siempre fui muy barroco. Pablito borró al final, tal vez sin saberlo, esas tensiones compositivas con una frase que dijo al pasar: “Ahora en los 2000 los temas duran 2 minutos”. Fin de la discusión. Supongo que la labor de un productor está en limar esas asperezas que entran en contradicción con el rumbo que según él tiene que tomar la banda en un disco. Entonces ahora, que estamos empezando a ver el resultado y nos parece muy bueno, un buen paso hacia adelante, estamos entendiendo nuestra reconversión. Huevo dice, sin estridencia pero con orgullo, que somos más pop: canciones sencillas, en las que se privilegia la letra y la música. Aunque, agrego yo, mantenemos una desprolijidad que nunca nos va a sacar del rock. Incluso en nuestros arreglos e instrumentación. Me parece un buen lugar: sutiles, menos redundantes, sin sobrecargar nuestra intención de ser originales, y dejando librado a lo que somos la música que hacemos. Ergo, con menos miedo.

—Otro cambio importante se nota en el trabajo vocal. Parecen otra banda.
—El día que presentamos Esperando que caiga la pelota, Huevo se me acercó y me dijo al oído: “En este disco mejoramos muchas cosas, dimos un salto de calidad en algunas cosas. Para el próximo tenemos que mejorar la voz”. No te digo que fui inmediatamente, pero la presión de la banda me mandó a estudiar canto. Fui tarde, pero fui. Y voy a seguir yendo cuando pase todo esto, si Sandra Corizzo me sigue guardando mi lugar. Sin querer, en este disco pude cantar con mi voz. No lo esperaba, se fue dando. Me concentré en tratar de afinar, ser expresivo y que se entendieran las letras. Fueron pautas de Pablo y, por supuesto, de mi profesora. Entré al estudio pensando, al revés que la vez anterior, en todo lo que sabía, más allá de ser conciente de lo que me faltaba. Enfoqué mejor y terminé siendo yo, lo cual en algunos temas me gusta y en otros, en fin... falta. Lo que trabajamos mucho fueron los coros. Hace dos años que ensayamos voces Huevo, el Teto y yo aparte de los ensayos. Cuando terminamos el disco esa onda se cortó, pero la vamos retomando. Ese laburo se empezó a notar mucho en vivo, sobre todo en los temas que decidimos arreglar de nuevo. Arreglamos mejor las voces y la banda aprendió a dejarme cantar. Y logramos que se entendieran las letras. Entonces sí, después de mucho tiempo yendo para otro lado, podemos hacer canciones. Vamos a ver cómo seguimos.

—Como en los discos anteriores, la variedad de ritmos es amplia. ¿No temés que esto conspire contra el estilo del grupo? ¿O el estilo del grupo está en la diversidad?
—Lo del estilo del grupo es un problema que tenemos casi desde siempre y no es totalmente nuestra culpa, no elegimos vivir en una cultura que cada vez más tiene que rotular lo que se lleva al buche. Pero en parte también lo es. Yo considero que la banda ahora, por el momento, tiene un estilo más definido que está dado fundamentalmente por nuestro sonido. Esto se dio porque en casi todos los temas se mantiene la misma instrumentación, lo cual se dio naturalmente. Naki se dedicó mucho más al acordeón y dejamos los teclados, por ejemplo, y yo dejé de tocar la guitarra cuando no es necesario. A eso le sumamos nuestra forma de encarar las voces y creo que el estilo está definido. Creo que es interesante hacer canciones sobre distintos soportes rítmicos y melódicos. Eso ya era una marca nuestra, pero ahora están las canciones que antes no detectábamos. Estábamos más pendientes de sorprender con cambios de ritmo, de género, de clima, y es probable que muchos temas nuestros terminaran siendo pastiches cuando podrían haber sido canciones.
“Te conozco de algún lau”, por ejemplo, es una canción que yo compuse desde otro lado. Estrofa, riff celta, ritmo tumbadito. Huevo le puso la base rítmica en 3/4 pero dejó la voz y la armonía en 4/4. Es bastante rara, pero para todos los que la escucharon es una canción. Fue la primera canción que un grupito del público coreó entera en un show, y yo estaba preocupado porque no me acordaba la letra y siempre decía cualquier cosa. Ese día –en realidad me llevó más tiempo– entendí que puedo hacer canciones respetables pero para eso era imprescindible que yo las respetara.

—¿El que no baila es un gil?
—Yo tampoco soy de bailar, aunque me gusta. Creo que no bailo por tímido, aunque durante años fue una pose: sólo bailaba rock. Hoy de alguna manera creo que no era ajeno al mundo de los giles, aunque no compartiera la pista con ellos. Prefiero pensar que todos somos giles, y el que cree no serlo, lo es todavía más. Es más fácil mejorar si aceptás que sos un gil. No es difícil dejar de ser un gil, pero es imposible si uno no lo asume primero. Esto no tiene nada que ver con la canción, pero creo que “Bailen giles” quiere decir muchas cosas que todavía no alcanzo a ver. Quiere decir, obviamente, lo que quiso decir Huevo, que resultó ser exactamente lo contrario a lo que yo entendía cuando la grabé. Eso debe querer decir que cada uno lo puede tomar como se le cante. Termina siendo una muestra más de nuestra apertura: que cada uno piense lo que quiere, que no tengan miedo de escuchar un reggae, después algo punk medio celta, después algo latinoso y que le guste igual, si es que le gusta, aunque no sepa qué nombre ponerle. Que piensen por sí mismos, y si nos quieren, mejor. Creo que nuestra música tiene siempre algo para darle al que escucha, aun cuando tengamos que seguir mejorando. Y el tiempo dirá si nos queremos deshacer de ésa y otras complejidades. Yo no lo descarto, porque esa apertura es parte de la libertad con la que queremos encarar nuestra música, y entonces si se nos cantara hacer un disco entero de folk celta (nunca sería exactamente eso) desaparecería, por un disco al menos, el problema del rótulo.

Fuente: Diario El Ciudadano y la Región

Y qué lindo que está el río

Por Víctor Pintos © www.rock.com.ar

El periodista bonaerense Víctor Pintos se dio una vuelta por Rosario y escribió sus impresiones en el sitio que dirige: Rock.com.ar

Rosario es la ciudad del Che, del Negro Olmedo, de Roberto Fontanarrosa y del clásico Ñuls-Central. Y también del rock: de allí salieron Litto Nebbia, el de Los Gatos que están cumpliendo los 40, y Fito Páez. El asunto es que allí sigue habiendo mucha música. Buen rock. A conocerlo.

La lámpara votiva del Monumento a la Bandera, que un día fue encendida para que no se apagase jamás, está sin llama y dentro de un gigantesco cajón de madera, dormida. Las prometidas remodelaciones por el 50 aniversario que se avecina han cortado con la eternidad del fuego. Pero eso, en Rosario a nadie le parece símbolo de algo.

Lo que sí interesa, y mucho, y a todos, es cómo está hoy el Negro Fontanarrosa, ese diferente de estos tiempos, amado de verdad, que está mal, muy mal de salud. Esta Rosario que tiene, al fin, un homenaje visible y eterno de verdad al otro gran Negro, Alberto Olmedo -el monumento es un banco de plaza de metal donde está la estatua suya, él cruzado de piernas y cagándose de risa, muy gracioso- es la que encuentro en este otoño: cada vez más grande, más personal, más mañosa también, llena de contrastes. Pocho Lepratti y el diario La Capital.

Y entretanto, a pocos días de los 40 años exactos de la grabación de La Balsa por Los Gatos, aquella banda de rosarinos emigrados a Buenos Aires, el rock parece estar, aquí, tan vivo como siempre. Más acá y más allá de Fito Páez.

En el hotel recibo "Bailen giles", el nuevo disco de El regreso de Coelacanto, una banda casi mítica de acá, de una trayectoria extensa, madura, intensa. Es un buen disco, ecléctico, con algunas buenas canciones, aunque quizá con demasiados puntos de contactos con lo último publicado de Arbol. Esto no es casual: lo produjo Pablo Romero. Más allá de esto -una minucia, no más-, me pregunto cómo es que un grupo como éste no suena fuerte en todos lados. Fuera de Rosario, digo.

Al rato me llega "Caburoblus", el disco del veterano bluesman Caburo -su nombre empezó a sonar en la escena local en el 82-, de manos de su responsable. Pero como no estoy, me lo deja en la recepción. En la notita que deja, pone: "¡Enjoy!". Clarísimo. Este cantante tiene tanto blues en su garganta que parece un compendio de historia viva. Lo suyo es bien de acá, de Manal a Pappo, pasando por Vox Dei -por qué no- y por Días de Blues, con también tiene algo de Albert Collins, Stevie Ray Vaughan y Buddy Guy, con una inflexión vocal que remite directo a Javier Martínez, el mismísimo inventor del blues en español. Lo flojo de este material es que las letras no son buenas; dicho más claro: no están precisamente a la altura de aquellas monumentales de Manal, sino que se parecen más a las recientes de Martínez. No obstante, "Caburoblus" no tiene nada que envidiar a las buenas bandas de blues de hoy en el país, incluyendo las más reconocidas (no digo populares porque hoy el género parece estar hibernando, a la espera de la próxima primavera).

Luego me avisan de recepción que está Daniel Pérez. Bajo: es el cantante de Los Sucesores de la Bestia. Me da los dos últimos discos de la banda, "Promesas, mentiras y café" (2007) y "Fantástico Bailable" (2005), más un dvd con videoclips, me cuenta que la banda está activa, que tiene varios años de trabajo (su debut fue "Exotique", de 2001), nada muy fuera de lo común. Grato. Saludos, ok. Después de la cena, ya en la habitación, me espera alguna película en el cable o un disco, y elijo el último de Los Sucesores. ¡Acierto!. Esta gente, amigos, es una banda de primerísimo nivel, original y con mucho swing. Ciertamente cool, diría un oyente sin ganas de complicarse y tendría razón. ¿Qué hace? Música negra pero rosarina aunque sin localismos, espíritu funk, soul en español, con un groove afiatado, bailable, desafiante por momentos y sobre todo imprevisible. Mientras avanza el disco, me pregunto cómo serán los shows del grupo. "¡Buenísimo!", me dirá al otro día un buen conocedor del medio. Recomiendo el grupo a quienes tengan oídos sensibles. Qué cosa eso de tener otro país dentro del país, eh. Cuánta cosa se pierde Buenos Aires por mirarse tanto el ombligo.

En el taxi con que cruzo la ciudad a media mañana está sonando El aire es gratis de Radio Universidad, dicen cosas frescas y nada tontas. Bienvenido. Al parar en un semáforo, veo afiches anunciando un concierto de Bulldog. Es una de las bandas grandes de acá, ya está en la categoría "nacional". La otra, claro, es Cielo Razzo.

Más tarde en el hotel recibo un ejemplar de "Réquiem Rústico", el disco debut de Sikarios. Es la banda de la que, hace ya como dos años, me habló Pancho Matiozzi, el rosarino director del Pochormiga, documental que inspiró a León Gieco para su "El Angel de la bicicleta". Dejo que suene en el walkman: es un buen disco, es una buena banda. Después me cuentan que los Sikarios son devotos de Atahualpa Yupanqui y Peteco Carabajal, y que vienen de la vena Rage Against The Machine + Divididos. Eso se nota. Imagino que no va a pasar mucho tiempo para que lleguen tan alto (en Buenos Aires) como ha llegado Cielo Razzo. Tienen con qué.

También me llega "Picaseso", el nuevo disco de Vudú. La primera impresión es excelente: la edición del CD tiene una gráfica superior a muchísimas otras que uno ve por ahí, en este nuevo mundo de tantas ediciones, grandes y chicas, de sellos e independientes... Y la música dice mucho también. Dicho sin vueltas, Vudú es una banda de rock, rock duro, pura energía. Suena convencida. Para escuchar más a fondo, me digo. Me prometo hacerlo. Y en el mismo sobre viene "La ley de Entropía", un disco (¿experimento?) solista de Nahuel Antuña, el bajista de Vudú.
Me habían comentado una vez que existía este proyecto pero no mucho más. Es un disco firmado por Antuña con La Cofradía del Rock local -seguramente un guiño a aquella entrañable cofradía de la Flor Solar platense de fines de los 60-, que no es más que la reunión informal de medio centenar -sí- de músicos rosarinos de distinta procedencia: aquí tocan y cantan integrantes de Cielo Razzo, Vudú, Los Sucesores de la Bestia, El Regreso del Coelacanto, Los Vándalos, Caburoblús, Degradé, Pablo El Enterrador -este dato me recuerda a Lalo de los Santos, viejo amigo-, Bonzo Blues Band, El Vagón, Madera Oxidada, Dios Salve a la Reina, más Fabián Gallardo, entre otros.
Eso ya es, de por sí, importante, pero no es todo, porque el disco suma los aportes y los exhibe en un puñado de temas que recorren libremente diversos formatos y rítmicas, del rock al blues, pasando por el folk, el jazzy, el folklore, más algunos tramos inclasificables -los instrumentales- de corte experimental. Oootro disco para escuchar más detenidamente.

En el final de la tarde, una sorpresa no rockera. Hablo de Gato a la naranja, un quinteto ciertamente original que integran Martín Coggiola, guitarrista y compositor, y su mujer Liliana Badariotti, bajista, y los tres hijos de la pareja, pequeños todos, que tocan acordeón, violín y bandoneón. Martín y Liliana me dejan "Cisne", un disco con canciones propias, y luego me pasan a buscar para que los vea en acción en un concierto mínimo, de características solidarias, en un geriátrico (...) donde hay una fiesta para los abuelos que viven allí.
En la ocasión, imaginen qué bizarro todo y qué hermoso también, el quinteto se manda con tangos: Piazzolla y Pugliese. Todo medio improvisado, con un sonido demasiado básico, pero muy emocionante. Un quinteto familiar, un proyecto delirante, una bandoneonista de 12 años. Valió la pena ir a los piques hasta ese hogar de ancianos en la otra punta de la ciudad.

Y sigue la vida. En uno de los bares de la Terminal veo unos músicos de Buenos Aires desayunando, están pegando la vuelta. Reconozco a uno, es el gran maestro Ricardo Lew. Más allá, en un kiosco, dos señores con canas discuten y sonríen: así es. En Rosario todavía se habla del último clásico. Los leprosos están agrandadísimos, qué cosa.

Entrevista al Polaco

RosarioRock.com - mayo 2007

Ariel Echecury / Rosariorock.com

Horas antes de la presentación oficial
de Bailen Giles, el nuevo material discográfico de El Regreso del Coelacanto, el próximo sábado 19 en Willie Dixon, el "Polaco" Abramowski charló con Rosariorock.com acerca del disco, sus canciones y el show.


¿Por qué tanto tiempo entre un trabajo y otro? ¿Qué pasó en el medio?
Lo que pasó básicamente fue…el tiempo (risas). En realidad, el proyecto de este disco que terminó llamándose Bailen Giles empezó hace casi 3 años, cuando Pablito (Romero) nos hizo la propuesta de producirnos. El quería trabajar con Kapanga, Miranda y con nosotros. No sé si a Kapanga la produjo, a Miranda le fue muy bien y el nuestro fue algo mas largo. Es que justo a él le explotó la banda y por ende sus agendas no lo dejaron moverse mucho, siempre estaba con laburo y la distancia nos complicaba. Además hubo que hacer 40 temas, laburar Rosario-Buenos Aires no fue fácil, por que nosotros no teníamos disponibilidad para ir todos y el tampoco podía venir, así que o íbamos algunos o nos manejábamos por correspondencia. El disco en sí nos llevó un año, que dentro de todo está bien por la inversión que tuvimos que hacer y la poca liquidez que tiene nuestra banda. Entonces, fue un tiempo bastante corto. Si vos calculás que arrancamos en Diciembre del 2005 y masterizamos en Febrero del 2007 lo hicimos en un año. Es decir, grabar les resultó rapidísimo pero… Para grabar y mezclar fue rápido, lo que nos llevó mas tiempo fue el proceso de composición y arreglos en el que Pablo intervino y en el que nosotros tuvimos que aprender antes de entrar al estudio. El paso del tiempo fue bastante nocivo por que nosotros nos convertimos en otra banda a poco de salido Esperando que caiga la pelota y ese disco ya no nos representaba. En un sentido por que podíamos ver que la banda tenía una calidad mejor que la que tenía en el disco, y estábamos arreglando de otra manera los temas. No es que estuviera mal grabado, estaba hecho en las condiciones que pudimos y la banda ya demostraba mas....Ese disco nos iba quedando muy chico.
¿Cuándo arrancó la relación con Árbol?
La relación empezó en La Rockería, que ahora es un edificio de 15-20 pisos (risas), en el 2003 haciendo intercambios. Después a los pibes les fue muy bien y de telonearnos a nosotros acá, pasamos a telonearlos a ellos. Hicimos un par de fechas con ellos allá que estuvieron buenas, y Pablito nos hizo esa propuesta que fue una cuestión personal de él y no de la banda. ¿Los temas de este disco ya estaban listo de esa época? "Bailen Giles" sí ya lo venían tocando... No todos, Bailen Giles no es el tema más viejo del disco pero casi. El más viejo es "Paseando al perro" que es una canción de la época de Esperando… que un día dejamos de tocarlo y después quisimos recuperar. A partir de que empezamos a trabajar con Pablo en la composición, laburamos de otra manera. Nosotros componíamos de una forma que no repara tanto en la sencillez, intentábamos sorprender con cambios de ritmo, que por ahí lo lográbamos pero tal vez no siempre lo hacíamos como queríamos. Pablo entró a depurar un poco nuestra forma de manejar la información. No tener todos los géneros en un tema que era algo que nosotros queríamos de alguna manera hacer pero él pensó que mas vale hacer un tema por género. Cuando Pablo introdujo esa forma de laburo, no la discutimos. En un principio yo no estaba muy seguro, pero después me terminó gustando el resultado por que los temas empezaron a funcionar en vivo. La mitad del disco ya está tocado en vivo y tuvieron buena respuesta. El sonido del disco es muy homogéneo ya que está hecho con la misma instrumentación, si es ska o reggae está hecho con lo mismo.
Lo que se nota es eso que decís de que hay temas que tienen que ver con un género en particular…
Sí, lo que empieza cumbia termina cumbia. Ese fue el concepto y a mí me gustó por que tiene otra riqueza que va por lo melódico y por las letras. Algo que nosotros no privilegiábamos tanto, sí a las letras pero no a que se entendieran tanto. Nos importaba otra cosa. Ahora no hay tantos arreglos sobre las letras sino que ‘si esta cantando, está cantando’, el resto ‘shout your mouth’ (risas).
¿Qué tiene de diferente este disco?
Lo que creo que tiene más interesante este disco, para mí como integrante, es que yo puedo escuchar un disco en el que estoy pero no es mío. Sirve para aprender qué tenes vos que no sabés. Es como si alguien me sacara una foto. No digo que sea ni mejor ni peor, ya va a llegar el momento en que voy a querer superar Bailen Giles, que tiene errores que me los sé de memoria. Creo que la banda tiene una identidad muy marcada a través de lo que es, y no de lo que quiere ser. Y eso me parece que es más personal todavía.
Hay letras de protesta en el disco como "Vamos a la marcha" y "Tres tiros", ¿por qué se da esto?
Nosotros empezamos como una banda satírica, siempre se habló de política. En Esperando… se habla en primera persona, es más introspectivo. A mi me gusta mucho "Mi Planeta", que ahora la estamos retomando pensando mucho mas en la letra, es una canción que habla de Menem. En Bailen giles, resalta "Vamos a la marcha" y "Tres tiros", son letras de crítica social pero desde un punto de vista autocrítico. Decir que acá la culpa no es estrictamente de los malos sino de todos. "Vamos a la marcha" habla de una modalidad de cacerolazos y cosas que no hacen más que saturar un mecanismo de protesta y convertirlo en una moda o en un eufemismo. En "Tres tiros" lo que quiero decir es que lo que pasó en Cromagnon por supuesto que no es culpa de la corrupción de Ibarra o de Chabán sino que es parte de una historia mas profunda en la que tenemos que ver todos.
Estos dos temas los escribiste vos…
Sí, me hinchó un poco las bolas hacer esas letras. Estaba bastante enroscado en eso, por que llega un momento en la vida en que te empiezan a preocupar algunas cosas y a mí me preocupa vivir en un país que esté lleno de pelotudos y yo ser uno de ellos. No se vive bien de esa manera, por que te terminan cagando siempre, por que vos no hacés nada bueno por el que tenés al lado tampoco. Sin embargo, no es la tónica del disco, no pasa por ahí, no tiene un concepto a nivel letras. Creo que debe tener algún trasfondo pero eso yo suelo verlo en los discos con el tiempo.
¿Me podés hablar un poco de la producción fotográfica que realizaron para el cd?
La producción fue una idea de los fotógrafos que trabajan con nosotros desde Esperando… a ellos se les ocurrió hacer una producción en el parque de diversiones del Parque Independencia. Fuimos 3 veces, sacamos muchas fotos, y las ideas que teníamos para el arte de tapa fueron reemplazadas por las imágenes que íbamos obteniendo. No fue muy planificado pero fue algo que creo que salió de pedo, teníamos un muy buen material de fotos.
¿Puede ser que haya influido musicalmente en el disco la presencia de Pablo Romero como productor?
No sé hasta que punto. Ayer justo hablaba con él, y le decía que hay cosas de este disco que vamos a tener que sentarnos a charlar para entender. "Huevo" (Federico Alabern) viene y me dice ‘y ahora somos una banda mas pop’ y ya a esta altura de la vida es hasta un cumplido que podamos enprolijarnos un poco aunque sea en el mensaje. No somos Juanes o Shakira que es gente que hace pop y que a veces se la tira de rockero, sin ser peyorativo. El pop es una palabra que no todo el mundo habla de lo mismo cuando la menciona. El pop original son los Beatles y los Rolling Stones, el rock británico de la década del 60, blanco de influencia negra con el océano en el medio. A eso se llamó pop music, después bueno, si gran parte del mundo se va tornando mas pelotudo, el pop no tiene la culpa. El rock argentino, del cual somos parte, siempre tuvo como ese prejuicio, esa cuestión de rock o pop. La música es música, y si vos sos una banda de rock no lo sos porque quieras serlo, por una postura o por una pose, lo sos porque es lo que te sale. Nosotros somos muy desprolijos, tocamos bastante fuerte, y bastante sucio, eso es porque somos una banda de rock. Pero ahora hacemos canciones más sencillas, y también más sutiles y si alguno lo quiere llamar pop me tiene sin cuidado.
Para cerrar, ¿Cómo va a ser el show del sábado?
Vamos a hacer todo el disco, pero no todos los temas juntos. Va a haber canciones que hace muchísimo que no hacemos y algún que otro cover. Ahora estamos haciendo un cover de Los Lobos, que se llama "Anselma" y a nosotros nos encanta pero cada vez que lo tocamos no pasa nada (risas). Esta buenísimo, Los Lobos ganaron su primer grammy con ese tema, asi que no se, o es mala nuestra versión o no se. Es una de las últimas oportunidades que tiene para seguir en nuestro set list, si esta vez "Anselma" no garpa, ya fue. Y también habrá muchas reversiones. Sentíamos que hay temas que no queríamos hacer más de una forma, es algo que se dio muy natural y que fuimos cambiando. Vamos a ver si podemos filmar también, poner una cámara en el camarín. No tenemos mucha parafernalia, el show va a estar basado estrictamente en la música, de invitado estarán el "Chivo" González, que es uno de los saxofonistas mas importantes de Rosario, y el Dani Pérez. En fin, un show con las clásicos de hoy y de siempre (risas).

"Nuestro modo de desconcertar era exagerado"


Diario La Capital de Rosario - 28 de abril de 2007

El Regreso del Coelacanto editó su tercer disco, "Bailen giles". El cantante destacó la labor de producción de la placa

U. G. Mauro / Escenario

"Este disco le gana a los anteriores nuestros en el sentido de que las canciones están más claras y se sabe a dónde quieren ir", destacó Andrés "Polaco" Abramowski, voz y guitarrista de El Regreso del Coelacanto, a propósito de la reciente edición de "Bailen giles", el tercer disco de la banda de rock rosarina.
-¿Qué particularidad tiene "Bailen giles"?
-Es como una foto nuestra, pero sacada por alguien ajeno a la banda. Todo lo que sea espíritu, concepto o como se lo llame, no es propio porque estuvo producido por Pablo Romero, el cantante de Arbol, en la primera vez que trabajamos así.
-¿Cómo se negocia la inclusión de un tema con un productor ajeno al grupo?
-El acuerdo fue en el 2004, cuando todavía no había temas. Cuando Romero aceptó, nos pidió que le mandáramos temas. Habremos enviado entre 35 ó 40 canciones y él fue eligiendo. Nunca habíamos trabajado de esa manera.
-¿Se discute mucho?
-Lo primero que se siente es que se están metiendo duro con tus temas y eso al principio desconcierta. Habíamos consensuado acatar lo que Romero nos dijera, pero después de un par de viajes a Buenos Aires, de hablar con él, al irse nos quedaban siete versiones distintas de lo que había dicho. Cada uno quería entender según su deseo, con la esperanza de que Pablo se olvidara, pero no cedió. Esto nos cambió bastante la cabeza y nos dimos cuenta de algunos vicios que teníamos.
-¿Cómo cuáles?
-Por ejemplo, nosotros teníamos un modo de desconcertar al público que era demasiado exagerada... Cambios de ritmo, de partes, de esto o de lo otro. Incluso, desde el escenario nos preguntábamos por qué la gente reaccionaba con esa cara de indiferencia ante las presuntas «genialidades» que estábamos haciendo.
-¿Se encontraron con alguien que sabía más que ustedes o simplemente era alguien con otra mirada?
-El saber, en música, es tan relativo... Si un tipo graba discos en Los Angeles desde los 20 años y con su banda, yo tengo algo para aprender. En realidad, nosotros somos una banda que no se pone a juzgar quién sabe y quién no. Cuando se trata de aprender, aprendemos de cualquiera. Eso lo tenemos bastante masticado.
-¿Cómo resumen esta experiencia?
-Digamos que Pablo Romero simplificó bastante nuestros ruidos en la comunicación. Nosotros teníamos temas que incluían tres o cuatro géneros diferentes, juntando punk con reggae y cosas así y él borraba todo. Más de una vez viajamos 300 kilómetros de vuelta a Rosario haciendo el duelo de determinada parte, estribillo o estrofa.
-¿Cómo se inició la relación con Arbol?
-Nosotros teníamos intercambios con ellos, Arbol es una banda que no le hace asco a distintos ritmos y géneros y eso ya de por sí es algo que nos interesa. Otra cosa que nos interesó es que ellos tienen a dos o tres integrantes que cantan bastante. Y en nuestro disco hay muy pocos temas con una sola voz o en común.
-¿Cómo fue la experiencia de trabajar junto a la Unión de Músicos Independientes (UMI)?
-UMI fue una iniciativa de algunas bandas que aprendieron a negociar en bloque los precios de los discos. En la misma fábrica a todos les cobraban distinto. Hoy UMI reúne a cerca de 1500 artistas. Ellos logran buenos precios. La gráfica de los discos ya no es un certificado de pobreza porque trabajan con imprentas de primer nivel y pregonan un modelo que nos sirve para pelear por lo que nos corresponde. La autogestión te permite no quedarte esperando que una discográfica te dé bola.
-¿Qué posición adoptan frente a lo comercial?
-No estamos afuera de lo comercial, sino en la puerta. El trabajo de Pablo Romero estuvo enfocado a que el disco se pueda comerciar, aunque no se venda. Tiene que ser potencialmente vendible.


Fuente: La Capital