Saturday, October 27, 2007

Siga el Baile

RosarioRock.com - mayo de 2007



Por Lucía Rodríguez / RosarioRock.com

Willie Dixon El cuerpo no miente. El cuerpo y sus movimientos terminan de decir aquello que el lenguaje no alcanza a nombrar y deja a la luz el efecto que causan en nosotros todas esas cosas que nos superan: el amor, la impotencia, la sorpresa, la música.

El sábado 19 de Mayo, El Regreso del Coelacanto presentó su disco Bailen Giles, editado cinco años más tarde que su trabajo anterior, Esperando que caiga la pelota. Era una noche colmada de expectativas. Horas antes del recital, había leído una entrevista al Polaco y el enterarme de todo el esfuerzo que le llevó a la banda la edición del disco y notar, a través de su historia, las ganas de aprender, la falta de prejuicio a la hora de abrazar estilos y combinarlos sin escrúpulos -además de los ejes temáticos que abarcan (divertir y hacer pensar)- lograron evocar una predisposición particular en mí.

Lamentablemente, parte de aquellas expectativas que me acompañaron en la puerta de Suipacha y Güemes a las 22 horas, se cansaron de esperar y no aguantaron hasta las 2 de la mañana, horario en que el grupo decidió comenzar el recital. No conozco las razones ni los responsables de esto, pero creo que no es algo menor y que deberíamos analizar cada uno desde nuestro lugar si es que está bien que así ocurra. Igual, prosigamos con lo nuestro.

El Regreso del Coelacanto arrancó el recital con "Vamos a la marcha". Al principio el lugar no estaba repleto y la gente, en una primerísima impresión, pareció inmune al comienzo del concierto. Las primeras palabras al público agradecían y prometían compensar la espera. Y el Coelacanto cumple. El sonido fue muy bueno; se podía distinguir cada instrumento como integrante de la totalidad de la banda, lo cual es un índice de buena salud en cuanto a lo musical.

"Vivimos en un mundo donde las cosas son muy raras", declaró Abramowski tres temas más tarde; comentario que sirvió de introducción a "Big Ben", la canción que cuenta la triste historia del atleta Ben Johnson, quien pasó del éxito mundial al fracaso rotundo, luego de un dopaje que resultó positivo. Al ratito, llegó uno de los invitados: Dani Pérez; cantante de Los Sucesores de la Bestia, subió a acompañar a los músicos en "Mi lado claro".

Recién en este tema el ritmo coelacantense se apropió de los cuerpos del público, y no los iba a soltar hasta el final del show. Un cover de Los Lobos, "Anselma", trajo a todo México a Rosario. "Mi lombriz", uno de los mejores temas del disco, hizo que la gente arme un trencito y baile con más ganas que nunca. Y entre comentarios graciosísimos y canciones más que entretenidas, ERDC construyó un mundo en el que la música celta, el punk, la polka, el ska y el reggae, hablan el mismo idioma, y del que nada ni nadie queda excluido; y sin querer, o a propósito, retrató con humor a este país que incluye muchos países: con la oficina divertida, los cacerolazos, el Mundial 78, los olvidos y otras yerbas. Luego de un montón de temas, nuevos y otros no tanto, y del acompañamiento de otro invitado especial -el saxofonista Rubén "Chivo" González-, la banda se retiró... pero no del todo.

Una pantalla reveló las intimidades de detrás de escena de los integrantes en situaciones muy divertidas, hasta que "Teto" convenció a todos de volver al escenario. Y la fiesta continuó. Durante todo el recital, el público no hizo más que expresar corporalmente lo que la música del Coelacanto provoca en ellos: todo aquello que las palabras no alcanzan a nombrar y que el cuerpo hace posible de comunicar. Una cosa es cierta. El Coelacanto te hace bailar. Si el Coelacanto te hace bailar, producís endorfinas, y si producís endorfinas, todo dolor se alivia. Gracias Coelacanto por llevarte, aunque sea por un rato, todo dolor. Y que siga el baile…

Mirá acá las fotos de Gustavo Villordo para Rosariorock.com

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